Camino a casa (Thomas)

Había pasado toda la tarde caminando por la ciudad, en busca de cosas que generalmente deberían buscar humanos, pero el clan insistía en que debíamos pasar desapercibidos en todos lados y que nadie podía saber de nuestra existencia, cosa que me provocó mucha risa porque últimamente con todos los enfrentamientos que estábamos teniendo con el clan Diatlov eso resultaba prácticamente imposible, aún así éramos pacíficos y nos gustaba pasar desapercibidos y no meternos en problemas por más que nos atacaran, claro que en ese caso debíamos responder y defendernos como nos tocaba hacer seguido.

Tenía que admitir que no me gustaban las luchas pero una vez que se estaba dentro la adrenalina se apoderaba de mi y olvidaba cualquier sentimiento pacífico que tuviera, ellos eran unos asesinos, seres que ni siquiera deberían estar vivos, había que eliminarlos uno por uno sin dudar...claro que eso solo lo pensaba si estaba enojada o cuando hablaba con los demás integrantes del clan, pero bueno, era la vida que me había tocado.

Me encontraba en uno de los caminos que conducía a la zona de residencias, aún quedaban varios kilometros y podía hacerlos rápido pero tenía ganas de caminar. La noche ya estaba entrando, el aire que corría era frío pero le hacía bien a mi piel y a mi mente porque me ayudaba a despejarme, me gustaba la oscuridad y la soledad de vez en cuando. Sin embargo mientras caminaba por el desierto lugar sentí un escalofrío y miré hacia todos lados, era estúpido que me diera miedo algo, nadie podía dañarme. Me reí de mi misma y continué caminando, llegaría a casa y trataría de descansar.

Ultimamente los momentos que constituían gran parte de mi vida en algo sencillo se habían hecho un nudo de preguntas sin respuesta y aunque no quisiera admitirlo era un debilidad. Seria más fácil aceptarlo si se tratara de otra persona, si tan solo ella no tuviera ese maldito apellido. Katherine Leblanc, la había conocido hacia poco y digo poco porque en 500 años de vida solo los 125 últimos años se tomaban como últimos, el 125 habia sido el año en que por primera vez me sentí incapaz de hacer lo que más me gustaba, asesinar a un Leblanc.
No sabia que ella era el objetivo de mi oficio de ese día, no sabia que la dulce señorita que había captado mi atención en estos 500 años de vida fuera mi enemiga y mucho menos que debía matarla para fines de mi familia. Era un extraño sentimiento aun no descifrado y que si descifraba tenia cierto recelo a que era lo que pasaría luego pero debía admitirlo, era la debilidad más hermosa del planeta.

Decidi divagar en busca de algo que alejara por completo a ella de mi mente pero el olfato me fue engañoso y resulte acechando su persona. Me escondí rápido al vislumbrar su largo cabello ondulado olor a fresa haciendo de este movimiento una ligera brisa la cual logro estremecerla y hacerla sentir insegura. No iba a perder la oportunidad, estaba sola y no iba a poner la palabra indefensa porque era una gran luchadora pero su parte tentada a la humanidad podía hacerla cambiar por completo. Simplemente en un momento de distracción por su parte me tome la molestia de posicionar mi cuerpo a pocos centímetros de ella susurrando con voz cálida.

-Bu-

Continué caminando por el camino a pesar de que ya me sentía un poco incómoda, y no debería, pues sabía defenderme de cualquier cosa que pudiese presentarse frente a mi, sin embargo no me gustaba sentirme así, quizá aún conservaba algunas de las sensaciones que eran más humanas que de vampiro. En cierto sentido eso no me molestaba pero por otro lado odiaba tener ese tipo de sensaciones que muy de vez en cuando me hacían sentir en un mundo normal. como una simple humana caminando a su casa y con temor de que algún tipo de asesino saltara de entre los árboles.

Volví a escuchar ruidos pero esta vez no me di vuelta para ver de quién se trataba si alguien se acercaba entonces actuaría por impulso y ya, cuando escuché una voz muy cerca de mi y aunque no debió ser mi reacción pegué un salto hacia delante y me di vuelta mirándole unos segundos hasta darme cuenta de quién se trataba,la mezcla de miedo rápidamente se esfumó para dar paso a un estado de rabia mezclado con emoción por verlo... la personas con la que deseaba cruzarme pero no debía hacerlo, no podía ser mi suerte peor esta noche.

-¿Estabas tratando de asustarme? porque creí que ustedes aprovechaban cualquier oportunidad para asesinar?- fue lo primero que salió de mi boca porque no tenía idea qué decir. Sabía que debía odiarlo y desear matarlo sin importar nada más, pero no era lo que me sucedía con él y eso era un gran problema para mi. Desvié la vista de sus ojos para que no me impidieran concentrarme y esperé su respuesta.

-Oh porfavor, ¿acaso no recuerdas con quien estas tratando querida Katherine?- sonrei mostrando superioridad y picaroneria, tomando su barbilla con suma delicadeza, acercandola lo suficiente para que nuestras narices rozaran. No me era necesario respirar pero lo hice, su aroma era unico y debia aprovechar estos momentos antes que la locura por matarla volviera. Gran problema, la locura llegaba siempre tarde para suerte de ella y podiamos considerar cierta suerte para mi, un fiasco para mi familia. La mire directo a los ojos lo cual ella trato de evitar, yo sabia que tambien era una debilidad para ella y que quiza seria mas sencillo dejarla inerte en el suelo con simple seduccion pero no podia, su cercania me hacia querer tenerla una eternidad.

Lo que habia pasado al conocernos era dificil de interpretar cuando simplemente no sabiamos el pasado de cada uno, fue aun mas dificil cuando la cercania de nuestros labios era de a pocos centimetros y me revelo que era un vampiro, no exactamente del clan correcto para nuestra cercana nueva amistad, nada correcto para lo que sentia mi alma en ese instante gracias a su tierna voz.

-Soy un Diatlov pero sabes que en fondo me amas- la acerque aun mas. Ella habia cerrado los ojos, no sabia si con la intencion de no verme o la intencion de disfrutar la cercania, mire sus labios y nuevamente a sus ojos, la tentacion era alarmante y solo susurre -Y por ese amor que tu sientes hacia mi no haces nada Katherine Leblanc, nada para perjudicarme- sonrei suave, acariciando con el pulgar su suave mejilla.

Él siempre tan seguro de si mismo, todos los de su clan actuaban de la misma manera, a veces olvidaba quién era, todo porque mis sentimientos se interponían en todo y no me dejaban pensar con claridad que me encontraba frente a uno de mis peores enemigos, alguien que podía matarla en unos segundos si ella se descuidaba o aprovechaba su parte débil. La cercanía entre nosotros me provocaba nervios, pero no de los malos, sabía que esto estaba totalmente prohibido y aún así no quería alejarme, miré sus ojos unos segundo y luego aparté la vista para no desconcentrarme.

-Recuerdo con quién hablo...es por eso que pregunto- dije alejándome un poco antes de terminar tirándome sobre él. Volvió a acercarse y esta vez mucho más lo que me hizo cerrar los ojos, es que si seguía mirándolo terminaría cediendo a esos labios que tantas ansias tenía de besar. -Estás equivocado...- mentí descaradamente, él no era tonto sabía lo que me sucedía o lo que él sentía por mi.

Volví a abrir mis ojos tras sus siguientes palabras, sentirlo tan cerca me gustaba y demasiado, pero debía controlarme, no podía cometer ninguna locura menos con el enemigo, alguien a quién debía querer matar y no besar. -Quizá tengas razón, pero a ti también te pasa lo mismo, ¿o me equivoco? de lo contrario ya me hubieses matado, no es difícil teniendo en cuenta lo que siento- le dije mientras miraba sus labios, era fácil matarme si quería pero no iba a hacerlo, ninguno de los dos podíamos escapar de lo que sucedía.

-En el hipotético caso que me resultaras atractiva ¿perderia algo con ello?- note su mirada en mis labios mientras la mia recorria el delicado rostro de la muchacha, simplemente hermosa y no lo decía por que si ya que todo vampiro se ganaba una apariencia envidiable ante el ojo humano, ella tenia una hermosura... diferente -Le depara algo más perverso en la vida mademoiselle Leblanc- me acerque a tal punto de rozar nuestros labios, no había nada mejor. Sentia su aliento fresco y el aroma volviendo mi ser loco -Y yo se que esto no es fácil para ti... por que en este mismo instante quieres besarme- la miraba a los ojos, tratando de controlar su sentimiento de que quisiera besarme pero no iba a manipularla, quería el sentimiento sincero saliendo de sus venas.

Había un problema con ella, como si el fuego me consumiera lentamente cuando la tenia cerca. No podía negar que el primer beso que me otorgo me revolvió el ser completo, desprendiendo su veneno dulce en mi ser haciendo que cuando la vea me convirtiera en un loco con una razón, la poción con la que me había hechizado y nunca podía matarla por más que quisiera. Ya me había pasado ciento de veces y siempre con Katherine Leblanc y, por supuesto, su pequeña hermana. Algo en mi reprimía el hacerle daño... ¿Era tiempo para descubrirlo acaso?

-Podrías meterte en graves problemas si fuera así...- dije sin dejar de mirarlo, me atraía tanto que debía controlarme a todo momento mientras me encontraba cerca de él, cualquier mirada, cualquier palabra que él dijera podía hacerme caer de la manera más sencilla y lamentablemente no estaba segura de no querer que eso sucediera. Al contrario, en vez de odiarlo deseaba tenerlo cerca de mi, no quería que se alejara, cada vez que lo veía lo demás dejaba de tener sentido y todo mi alrededor se centraba en él.

Sonreí un poco sin separarme de él. -Eres tan egocéntrico...propio de tu Clan, ¿no es así?- le dije con un tono irónico pero mostrando que también me gustaban sus palabras. Ya lo conocía hacía bastante tiempo, y siempre nos encontrábamos en medio de las guerras con nuestros clanes, pocas veces teníamos la posibilidad como hoy de estar frente a frente sin más nadie alrededor.

Y por eso no quería desaprovechar la oportunidad de hacer lo que tanto deseaba -¿Tú no tienes ganas de besarme?- le pregunté pero no lo dejé responder, pasé mi mano suavemente por su mejilla, su piel era perfecta, podría tomarme horas solo para acariciarlo, luego acerqué mis labios y lo besé sin que nada más a nuestro alrededor me importara en ese momento más que el dulce placer de su boca y de su ser.