Secrets | Julliet

Una buena taza de chocolate caliente, de esos que son tan líquidos como para beberlos y tan espesos como para conservar el calor y mi diario. Es lo que hubiese soñado cuando era humana si hubiese existido el chocolate en Roma.

Por ahora me conformo con un sitio tranquilo en mi casa, y que Nate esté bastante lejos, lo suficiente para que él no interrumpa mis pensamientos y para que yo no pueda molestarle con mi divagación. A veces necesitamos días así. En los que desconectar de la mente del otro.

A simple vista nuestro don parece el mejor del mundo, pero en realidad puede llegar a ser muy cargante. Hay veces en las que solo te apetece estar sola, pero no puedes, porque tu hermano entra en tu cabeza, y no te va a dejar ahí, sufriendo, entonces entra a consolarte, pero tú no quieres consuelo, solo quieres gritarle que se largue y tú lo sabes, y él lo sabe.

No solo cuando estás mal es malo este don. Solo imagina lo malo que se presenta el día cuando llegas con un amor nuevo, no importa de donde. No importa quién. O cuando tu hermano llega con un nuevo amor, y le fríes la cabeza a pensamientos y sueños, y él te la fríe a ti. La primera vez de Nate me persiguió demasiado tiempo, como la mía a él.

También tiene su parte buena, por supuesto, nos hace tener un vínculo especial.