Divagando... [Juliette]

Iba algo desorientado por las calles de la ciudad. Era una actitud extraña en él, puesto que con sus años, conocía hasta el último ladrillo de cada casa de cada calle de aquel sitio, como de tantos otros, al igual que todas las zonas nuevas... relativamente.

Tenía los ropajes rasgados, estaba muy débil, más que nunca. De la gente de su alrededor era sabido que sólo en situaciones de vida o muerte tomaba sangre humana en aquellas condiciones... Hacía sólo unos minutos que había arrebatado una vida más... Andaba por un viejo callejón de la ciudad, aunque más bien lo que hacía era arrastrarse, sujetándose como podía por las paredes, pensando. Le habían pegado una paliza. Los gobernadores habían notado la desaparición de muchos importantes, por lo que se rodeaban de protecciones también sobrenaturales. Al ver a una chica joven, no lo dudó y se tiró a por ella. Le tapó la boca para evitar gritos iluminado por una tenue lucecilla de un farol del puente, por lo de no se divisaba bien el rostro de la chica. Salvajemente, empezó a absorberle la sangre. La chica, inerte, se encontraba allí, tumbada, así que se aseguró de hacer desaparecer los restos. Ya la encontraría alguien. Se coló ágilmente por otro callejón y observó el cielo.

El cielo estaba nublado y el frío invadió aquel lugar, señales del invierno, y aún así, veía a una chica pasear aún, sólo con la luz de la luna. Lo que divisaba era una silueta, nada más que eso, sin poder vislumbrar el rostro. Era la única que había por aquella calle.

Paseo por la noche.Por las esquinas de las calles aparece cada cierto tiempo un grupillo de gente borracha como cubas. Inocentes e insignificantes humanos, ellos no entienden nada, corren de aquí para allá con sus ajetreadas y cortísimas vidas. Si yo volviera a ser humana, aprovecharía cada segundo, no, cada milésima de segundo, viviría la vida a tope, total, son dos días.

Para mí es diferente, tengo una eternidad, y me la todo con calma, lo paso genial con los que quiero, me divierto jugando, soy como una niña a veces, pero en realidad solo necesito que me cuiden.

De repente salta en mi paseo nocturno una figura, vagamente difuminada, se apoya en las paredes, está débil, primero huelo el aroma que emana de su piel, es un vampiro, y no cualquier vampiro...

Corro hacía la figura y en una milésima de segundo estoy parada alado de él.
-Pierre, ¿Qué te ha pasado? -digo sujetándole.

La debilidad recorre hasta la más mínima célula de mi impura y negra sangre, doliendo moralmente en el corazón cuando la dicha llega a éste. Al oír los pasos corriendo hacia mí, doy un paso hacia atrás, provocando que una de las heridas hecha con cierto artilugio puzante de madera, me duela. Registro en la herida hasta encontrar la fuente del dolor: una astilla que se había quedado atascada. La saco de ahí y levanto la cabeza, algo nervioso a la silueta que se había acercado, tranquilizándome al ver de quién se trata, soltando un suspiro de alivio.

Me yergo un poco para ponerme más a su altura, ya que odio que me vean débil, y más si se trata de uno como yo.
-Me han cogido...-Consigo decir, algo dolorido- Eran unos cazadores de paso, creo...

Soy pequeñita, y en cuanto se yergue se descubre que mi poca altura, él me saca así dos cabezas y parezco una niña a su lado, Pero ¿Acaso no lo soy?, bueno, digamos que lo era cuando me convirtieron, ahora simplemente soy una niña de 200 años.

-Tranquilo, la ponzoña te sanará muy pronto. - Le digo, acariciando su mejilla de puntillas y es la verdad, esto de la ponzoña es lo mejor, te duele unos segundos, eso si consigue traspasar la dura piel de granito, pero en unos minutos sana, y ni rastro del dolor, mejor que un buen calmante. Ahora mismo no entiendo que quiere decir, pero voy a dejar que se calme primero, antes de volver a preguntar. Nunca imaginarías que este chico es un vampiro, con su pelo oscuro y sus ojos azules, su locura no parece propia de alguien de su edad, pero me gusta.

Me yergo por completo, cierro los ojos y respiro hondo, inhalando una gran bocanada de aire de ciudad. Abro los ojos, dejando verlos azules, de su color natural, aunque se vean a duras penas por la escasa luz. En este momento me encuentro bastante mal, ya que debido a la debilidad y al hecho de que he sido herido con madera, la regeneración va diez veces más lenta de lo normal. Por eso mismo, mis sentidos no están tan magnificados. Es tan exagerado que si no conociera a Juliette, nunca habría adivinado que era vampira. Me empiezo a sentir bien poco a poco. Me toco las heridas por encima de la ropa y trago saliva, limpiándome algún rastro de sangre de la boca que podría haber quedado.

-¿La qué?-Digo, sacudiendo la cabeza, peinándome con la mano.

-Realmente estás fatal.- La ponzoña es algo que todos los vampiros conoces.- Anda sientate, hijo, pareces humano. ¿Qué has hecho para que te ataquen de esa forma? -Digo acariciando su mejilla y le hago sentarse en el suelo. Luego me siento a su lado y acaricio su mejilla. -Tranquilo, estás a salvo. -Casi parezco una hermana mayor, pero en realidad no lo soy, soy más bien como una niña consolando a un adulto, apoyo mi cabeza en su hombro. -Estás loco, Pi, completamente loco. -Giro la cabeza y le miro a los ojos, lo estoy diciendo muy enserio, ¿Quién sabe que habrá pasado?

Hace unos seis años que conozco a Pierre, en edad humana es un montón pero los vampiros somos diferentes, nosotros contamos de cien en cien, en ese aspecto nos acabamos de conocer.

-No sé ni lo que digo... Estoy medio divagando... -Me comienzo a sentir mejor, recuperando más o menos el conocimiento, sentándome cuando ella me lo indica. Empiezo a recordar poco a poco cómo llegué allá.- Fue ayer... Estaba de caza por el bosque... Y me cogieron. Me tendieron una trampa y... me llevaron a algún sitio, una casa... Me empezaron a torturar, me hacían hablar... Creo que no eran cazadores, eran vampiros. Buscaban a alguien y me negué a hablar. -Me empecé a rascar el cuello, nervioso.- Empezaron a torturarme, sólo eso... Estoy bien. Sólo es que... Perdí mucha "sangre" y necesitaba reponer fuerzas. -Negué con la cabeza e hice un gesto con la mano para restarle importancia. Cuando se apoya en mi hombro, le acaricia despacio el pelo, sonriendo.- ¿Te he dicho alguna vez lo mucho que me gusta tu pelo?

Sonrío, no puedo creer que pueda decir esas cosas después de lo que le ha pasado. -Lo que yo decía, estás loco. -Sigo sonriendo mirando el frío asfalto. -Te juro que como pille al que te ha tocado le mataré. -susurro muy bajito, lo digo totalmente en serio, han conseguido cabrearme, y yo no soy una persona susceptible, pero digamos que Pi es como una pequeña debilidad mía, como algo que no deben tocarme, como una fibra sensible.

Seguro que han sido los malditos Diatlov, un día les voy a coger del cuello y van a arder en la hoguera, y será una muerte deseada, y suena sádico pero ojalá sea muy sangriento y sufran mucho. Le abrazo, porque como se me caliente la sangre, alguien va a salir mal parado.

Empieza a pensar en sus cosas, ausentándose un poco, pensando en quiénes podrían ser aquellas personas. Juraría que no eran humanos... tal vez eran vampiros, ¿quién sabe? Medito un par de cosas más hasta que vuelvo a oír aquella preciosa voz. Niego con la cabeza al oírla.- Ni se te ocurra, ¿Vale? Son peligrosos, he sido yo el que se ha metido con esto... Además, es una tontería. Querían nombres y no se los di por la mierda de lealtad. Esa es toda la historia...

La abrazo también, sonriendo y le huelo el pelo. Eso cura mejor que nada, ya que por ella es bien sabido que me encanta su pelo.- No sé cómo lo hacéis, pero ciertas personas como tú hacen que deje de ser borde cuando estoy sólo con ellas. Cuando estoy contigo, no soy tan capullo. -Se encoge de hombros. Es una tontería, tal sólo se lo parezca a él, tal vez no. Es bastante extraño, la verdad.

Le miro. -Sabes que los mataré si los veo, me da igual lo que me digas, nadie hace daño a mis amigos. Si no lo entiendes, sabes que me da igual. - Sonrío y le miro, él sabe que lo haré. Siempre he tenido una debilidad por mi familia y mis amigos, los defendería hasta la muerte, no importa lo que pase. Es genial, simplemente, me hace sentir bien, segura, feliz, es él, es su pelo, puede que sus ojos, es la forma en la que habla, la forma en la que no le importa lo más mínimo el resto del mundo, es esa sensación cuando me mira.

Le abrazó más fuerte, dice que creo un efecto a él. No puedo evitar sonreír. -Será que soy especial, ¿No crees?- bromeo sonriendo, solo quiero que se sienta mejor, es una persona que me importa mucho, quiero que recupere su fuerza.

La miro también.- Y tú sabes que siendo humano era hipocondríaco... Esto es un síntoma que sigue en mí, así que en serio, no ha sido para tanto. -Bajo la cabeza y le acaricio la mejilla.- Además, sabes de sobra que si han podido conmigo, no tienes nada que hacer contra ellos... -Digo sonriendo, en tono de broma.- En serio, tranquila... Podría haber traicionado a mi gente y no lo he hecho, sólo es eso. -Negó con la cabeza, no le hacía gracia hablar de ese tema.

La abrazo sonriendo, notando que me abraza más fuerte.- Sí, eres especial y lo sabes de sobra, no hace falta que te lo diga yo para que lo sepas... -Sonrío y le froto el brazo.- Aunque no eres la única... Es como el lugar, es especial y eso me hace especial...

-Yo podría contigo con los ojos cerrados, nene- digo bromeando, me provoca y yo le sigo el juego, me río, suelo ganar, es una costumbre que tengo, odio perder. Luego me dice eso de que no soy la única, no me molesta, en todo caso si estuviera por él. Pero no, no nos veo juntos, no llegaríamos a ningún lado y eso que hemos mantenido relaciones... digamos íntimas. Pero hace dos años de eso, y ahora estamos mucho mejor así.

-Tú tampoco eres el único, no te creas el mejor Pi, que te hallas acostado conmigo no te da privilegios. -bromeo y me subo al tejado de una casa sigilosa. -¿Te encuentras mejor? -digo mirándole, con mis ojos dorados coloreados por no comer humanos, sino solo animales.